MANANTIAL

 

MANANTIALLeón Tolstoi

Entre espadañas, mirto y romeros,
en calurosa tarde estival,
hicieron alto los tres viajeros,
entre las aguas de un manantial.

Robles gigantes le daban sombra,
césped florido formaba alfombra
junto al venero murmurador,
y el agua clara, corriendo pura
prestaba al campo dulce frescura,
hojas al árbol, vida a la flor.

Su sed calmaron los caminantes
y a los fulgores agonizantes
de la serena tarde estival,
escrita vieron esta sentencia:
“Procura siempre que tu existencia
sea como el agua del manantial.”

No es mal consejo dijo el más mozo
y al comprenderlo siento que el gozo
llama a las puertas del corazón:
como el arroyo se trueca en río,
correr el hombre debe, y con brío
hacerse grande por la ambición.

Es buen consejo dijo pausado
otro viajero grave y honrado;
hay que ser puros para vencer;
como las fuentes son las criaturas;
y almas limpias han de ser puras,
si cual espejos han de resplandecer.

¡Noble enseñanza! ¡Sabio consejo!
dijo el viajero caduco y viejo,
-la sed templamos y, en – odio el mal,
el bien hagamos con ansia inmensa
sin esperanza de recompensa…
¡Como las aguas del manantial”