ADULTERIO:¿CRIMEN Y CASTIGO?

  ADULTERIO:

¿CRIMEN Y CASTIGO?

Por: Mario Pereyra

 

Radiografía del engaño

De acuerdo con los datos estadísticos de las encuestas norteamericanas, entre el 50 y el 70% de los hombres y del 30 al 50% de las mujeres serán infieles en algún momento de la vida matrimonial. Las informaciones indican que los índices de infidelidad van aumentando entre las mujeres. Por ejemplo, una encuesta de 1980 de una revista femenina de los Estados Unidos encontró que el 50% de las mujeres había tenido por lo menos un amorío; en 1987, otro estudio descubrió que el 70% de las mujeres casadas hacía más de cinco años que había sido infiel. Las estimaciones dan cuenta de que el 80% de los matrimonios sufre alguna vez una experiencia de infidelidad. De acuerdo con el Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias de los Estados Unidos, todos los meses se divorcian unas 100.000 parejas, lo cual significa el 50% de los casamientos (es decir, sólo sobrevive uno de cada dos matrimonios). Del número de las parejas fracasadas, se calcula que el 65% llega a la separación a causa del adulterio.

Las investigaciones acerca del tema agregan otros datos de interés. Por ejemplo, la época del año de mayor riesgo para las aventuras amorosas es Navidad y Año Nuevo, donde se las asocia a las diversiones y al incremento del consumo de bebidas alcohólicas. También se ha descubierto que la infidelidad es significativamente más frecuente cuando hay antecedentes en la familia. La Dra. Bonnie Eaker (1994), quien trató más de 1.000 parejas, declaró que “nueve de cada diez casos” encontró por lo menos el antecedente de un padre adúltero. En otro estudio, realizado en 1992 por Matt McGue, de la Universidad de Minesota, se halló que los índices de adulterio aumentan según el grado de parentesco, siendo mayor en gemelos que en mellizos y cuando habían un padre infiel. Estos datos han llevado a sostener la teoría de la presencia de un gen portador del sexo marital. La explicación más sensata sería aquella que asigna al acto desleal un patrón de comportamiento aprendido durante la infancia. De todos modos, habría que reconocer una cuota de responsabilidad en los sujetos que intervienen.

Otra característica de la traición al vínculo conyugal son las emociones que despierta en la víctima. En una encuesta que preguntó: ¿Qué haría si sospechase que su esposo/a tiene una aventura?, el 75% respondió que reaccionaría violentamente contra el engañador y el 6% afirmó que lo echaría de la casa. Como mencionáramos arriba, más de la mitad de los divorcios se produce por esa causa. La frialdad de las estadísticas y los números son incapaces de reproducir las vivencias perturbadoras y terriblemente dolorosas que acompañan los actos de infidelidad. Un señor me confesaba: “Hace nueve años que pasé por esa experiencia y todavía tengo la herida abierta. ¡No se lo deseo a nadie! Para mí era todo jarana, hasta el día que encontré a mi esposa moribunda. Ahí me di cuenta del daño enorme que le había hecho. No puedo dejar de pensar en eso”.

Una dama que se había enredado en una relación extramarital describía, con lágrimas en sus ojos, las angustias que vivía con su conflicto de conciencia y las situaciones que tenía que afrontar con su esposo herido, al cual quería amar sin lograrlo, y con el amante que la perseguía, a quien quería abandonar pero tampoco podía.

La contra cara de esta triste y dramática realidad es que cuando el adulterio se trata en el momento oportuno por profesionales competentes, la gran mayoría de las parejas superan la discordia (hay fuentes que aseguran un 98% de éxito) y aún puede resultar en una experiencia de fortalecimiento y crecimiento para el matrimonio.

Los mitos de la infidelidad

Hay creencias falsas que suelen ser compartidas por la mayor parte de la gente o sostenida por la sociedad como verdades indiscutibles, dificultando la comprensión de las cosas y creando confusión; esos son los mitos. Los más importantes respecto al adulterio son los siguientes:

  1. El adulterio siempre tiene que ver con el sexo.
  2. El adulterio puede beneficiar al matrimonio.
  3. El adulterio es inofensivo.
  4. El adulterio debe terminar en el divorcio.
  5. Muchas veces causa sorpresa conocer que el/la amante no tiene las cualidades físicas del cónyuge, ni las condiciones morales, intelectuales y de cualquier otro tipo. La gente se pregunta: “¿Qué le vio?” Lo que ocurre es que la aventura puede estar motivada en una multitud de razones, que muchas veces no tiene nada que ver con el sexo o la pasión. Hay quienes se involucran en relaciones extramatrimoniales, por ejemplo, buscando compañía por conveniencia, por curiosidad, para llamar la atención al consorte o para vengarse de él.

     

     Un paciente manifestó: “Sentí que si obtenía el sexo que necesitaba en algún otro lugar, me mantendría más feliz y satisfecho, y salvaría el matrimonio”. Hay quienes llegan a decir que el sexo extracurricular enseña a ser mejores amantes y contribuye al goce de todos. Tal error es peligroso y artero; es un pretexto para justificar las transgresiones. La realidad es que el adulterio destruye la pareja, traumatiza a los hijos y desintegra a la familia.

     Hay muchas expresiones populares que se refieren al adulterio en forma liviana y jocosa. Por ejemplo: “Aventura de una noche”, “Tirarse una canita al aire”, “Una travesura juvenil”, etc. Se trata de eufemismos para liberar la culpa que produce el adulterio, considerándolo como un simple placer pasajero que no daña a nadie. Alguien comentaba: “No es para tanto, sólo un poco de estímulo y de excitación. No le afecta a nadie. Para mí sólo es una cuestión del momento y mi esposa no sabe nada. Es como ir al cine”. Tratar el adulterio con tanta indulgencia es negar la realidad. Además de los peligros de contraer una enfermedad venérea o el SIDA, la mayoría de las veces no es cierto que constituya un placer pasajero e intrascendente, sino relaciones reiteradas y perturbadores. El adulterio es, por lo general, una forma de adicción, con los síntomas típicos de cualquier toxicomanía: negación de la realidad, búsqueda compulsiva del consumo, síndrome de abstinencia e inconsciencia progresiva de la autodestrucción.

    Podemos asegurar que el adulterio es un mal curable, tanto según los resultados recogidos en nuestra experiencia clínica como de acuerdo como las informaciones transmitidas por la bibliografía especializada. El remedio es el perdón. Administrando adecuadamente, ya sea por medio de un tratamiento profesional o por un manejo conveniente de parte de los involucrados, puede recuperar la salud matrimonial y familiar. Es un grave error pensar que la infidelidad es un pecado imperdonable. No sólo es tratable sino que, como afirmábamos anteriormente, la experiencia puede ayudar a un crecimiento y maduración de la pareja.

    Animamos a todas las parejas que se encuentran atravesando un momento crítico en su relación matrimonial, que tomen en cuenta estos conceptos que pueden ayudarlos a reflexionar una vez más en lo que están a punto de perder. Pero principalmente los animamos a acudir con el único ser capaz de reconstruir cualquier situación por más dañada que esta se encuentre acude a Jesucristo, él les ayudará.

2 comments

  1. Solo decir que tratar al adulterio como “un mal curable” es desconocer por commpleto la naturaleza humana. No se pueden ofrecer esas estadísticas tan contundentes de índices de infidelidad en continuo aumento y luego hablar de un “mal curable”. Estar 30 o 40 años junto a una persona, con todos sus días, noches, horas y segundos… o es por una causa con mucha fuerza, como pueden ser los hijos, o se pudrirá como se pudre todo y esto es lo interesante, porque todo se pudre, y cuando algo se pudre o se cambia, o se intenta rejuvenecer. El modelo familiar va a ser poco a poco substituido y una de las razones, posiblemente, sea la liberación de la mujer en el mundo. El feminismo y las mujeres, como durante toda la historia, darán forma al mundo que los hombres harán realidad. El macho corteja a la hembra, la hembra seduce. La hembra es la que moldea el mundo, y todo lo provoca nuestro instinto sexual mas primario y básico, si fuera un mal curable, estariamos todos condenados a las llamas del infierno.

    En fin, no se ni como he llegado a esta pagina, pero aquí dejo mi impresión.

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