La mujer encorvada

La mujer encorvada

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Y estaba allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía una enfermedad por causa de un espíritu. Andaba encorvado sin poder enderezarse. Lucas 13:11.

Lucas 13 registra la última de las seis ocasiones en que Jesús sanó y enseñó en la sinagoga en sábado. Los milagros anteriores incluían: El sanamiento del inválido en el estanque de Betesda (Juan 5:1-15), el del endemoniado en la sinagoga (Mar. 1:21-28), el de la suegra de Pedro (Mar. 1:29-31), el del hombre con la mano seca (Mar. 3:1-6), y el del ciego de nacimiento (Juan 9:1-4l). Este sábado en particular, mientras se hallaba en la sinagoga de Perea, Jesús vio a una mujer con una curvatura crónica en la espalda, la llamó y le dijo: “‘Mujer, quedas libre de tu enfermedad’. Puso sus manos sobre ella, y al instante se enderezó, y alabó a Dios” (Luc. 13:12, 13). Después de 18 años de mirar el polvo y los pies de la gente, el primer rostro que esta mujer vio ahora fue el de Jesús. Ya podemos imaginar su gratitud. No es de extrañarse que haya alabado a Dios. Sin embargo, no todos los presentes estaban felices.

“Pero el principal de la sinagoga, se enojó de que Jesús la hubiese sanado en sábado, y dijo a la gente: ‘Seis días hay para trabajar. En ellos venid para ser sanados, y no en sábado’ ” (Luc. 13:14). La ley judaica no permitía que se diera tratamiento en sábado a los que padecían enfermedades crónicas. En repetidas ocasiones, Jesús desafió este reglamento. El hombre sanado junto al estanque de Betesda había sido inválido durante 38 años, y era obvio que esta mujer no entraba en la categoría de “enfermedades agudas”.

Entonces Jesús dijo al principal de la sinagoga: “¡Hipócrita! Cada uno de vosotros, ¿no desata en sábado su buey o su asno, y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abrahán, que hacía dieciocho años que Satanás la tenía atada, ¿no fue bueno desatarla de esta ligadura en sábado?” (Luc. 13:15, 16). “No sólo era un ser humano, y por lo tanto de valor infinitamente mayor que un animal, sino que también pertenecía a la raza escogida”.9 Compasión de Jesús reprendió al oficial por haber dejado sufrir a la mujer durante 18 años, sin hacer nada por ella. Muchos todavía creen la falsa doctrina según la cual el sufrimiento es castigo de Dios; así evitan sentirse responsables de sus semejantes. Pero cualquier persona necesitada es nuestro semejante.

El cristianismo abarca más que sólo llevar la Biblia a la iglesia. Es llevar también la carga de nuestros semejantes.

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