Un Fraude Religioso
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“¿Qué me queréis dar, si os lo entrego?” Y ellos le asignaron 30 monedas de plata. Mateo 26:14, 15.
Uno no puede pensar en la vida de Judas sin preguntarse qué anduvo mal. Judas se había unido a los discípulos poco después que Jesús comenzara su ministerio. Su espíritu había sido impresionado. Jesús lo había aceptado como uno de los doce, lo había enviado como evangelista, y le había concedido poder para echar fuera demonios y sanar enfermos. “Pero Judas no llegó al punto de entregarse plenamente a Cristo. No renunció a su ambición mundanal o a su amor al dinero… Creyó que podía conservar su propio juicio y sus opiniones, y cultivó una disposición a criticar y acusar”.
Los discípulos consideraban que judas era el más capaz y educado entre ellos. Pero el respeto que ellos le mostraban no era correspondido. “Así pasaba Judas revista a todos los discípulos, y se lisonjeaba porque, de no tener él su capacidad para manejar las cosas, la iglesia se vería con frecuencia en perplejidad y embarazo”. Al mismo tiempo, buscaba la forma de socavar la influencia de Jesús. A menudo confundía a los discípulos introduciendo textos que no tenían nada que ver con el contexto de las palabras de Jesús. Avivaba las esperanzas de un reino temporal y rebajaba el tono espiritual de las conversaciones. “La disensión en cuanto a cuál de ellos era el mayor era generalmente provocada por Judas”.
En su corazón, Judas se había apartado de Cristo después del sermón acerca del pan de vida. Comprendió entonces que el reino venidero era espiritual y no temporal. De todos modos, promovió a Cristo como rey, y planeaba de algún modo salvar a Juan el Bautista de su prisión. Pero nada de eso se cumplió. Pensó entonces que Jesús debía vengar la muerte de Juan. Una vez más, Jesús no hizo nada. A medida que cada paso en sus planes se desmoronaba, lo mismo sucedió con su fe. Judas nunca se imaginó que Jesús permitiría que lo arrestaran. Se propuso obligar a Jesús a que actuara, y obtener así el crédito por colocarlo en el trono de David. De ese modo Judas esperaba obtener la principal posición, junto a Cristo, en el nuevo reino. En toda ocasión, Judas preguntaba invariablemente: “¿Qué ventaja hay en esto para mí?” Fiel a su naturaleza, esta vez también preguntó: “¿Qué me queréis dar, si os lo entrego?”
¿Cuántos de nosotros somos fraudes religiosos, como judas?
Entonces uno de los doce, Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: